Relajación moral.

Este artículo fue publicado en otro medio electrónico en marzo de 2011, y acaba de concluir su contrato de exclusividad. Aunque tiene referencias a hechos acaecidos hace algunos meses, sigue estando vigente y por eso se comparte aquí.
 

No fue sorpresa que en México se derogara la figura del adulterio como delito en su Código Penal Federal. Desde hace muchos años, los legisladores de este país latinoamericano sembraron la semilla de la destrucción de su propia sociedad, y la han seguido abonando constantemente, casi siempre en busca de beneficios electorales inmediatos, sin tomarse unos minutos para pensar en el futuro. Trataré de explicarme.

Sabido es que entre los congresistas de México la preparación académica suele ser harto insuficiente, pues las curules muchas veces se otorgan como pago a favores prestados con anterioridad, o como premio a una lealtad partidaria, o simplemente porque así les tocó en suerte un buen lugar en la lista de plurinominales, es decir, aquellos diputados o senadores que alcanzan un puesto en el Congreso por el número de votos obtenidos por su partido político, sin que ellos tengan que esforzarse lo más mínimo. De ahí que muchos parlamentarios carezcan siquiera de preparación universitaria. Pero lo peor es que ni siquiera tienen sentido común, y su conocimiento de la ética es más fácil de medir conforme a su ignorancia.

Ennumeremos. Primero se legalizó el aborto en algunas ciudades del país, y estuvo a punto de legalizarse la eutanasia. Cuando la Iglesia católica levantó la voz recomendando prudencia, los legisladores se les rieron en las barbas y les llamaron retrógradas. Y así, entre palmadas de espalda, señales de triunfo y brindis por el éxito obtenido, se hizo legal el asesinato cobarde y convenenciero de seres inocentes.

Luego vino la legalización de sociedades de convivencia, que en principio no es una mala idea, y hasta puede considerarse como un acto de justicia. Analicemos brevemente un ejemplo. Una enfermera que cuida durante muchos años a una viuda que vive abandonada de sus hijos. En justa retribución a sus desvelos, la anciana mujer puede nombrar heredera a su matrona, pese a que no les une parentesco alguno. Pero donde los legisladores riegan el tiesto es cuando le dan una connotación social totalmente negativa, que anula el benevolente espíritu de la ley, realzando el hecho de que por esta legalización los homosexuales «ya se pueden casar». Así, en lugar de resaltar lo bueno, trompetean el lado oscuro de su labor legislativa, enviando un mensaje erróneo a la sociedad, sólo para ganarse la buena voluntad de ese sector económicamente fuerte, para que éste se muestre agradecido en las elecciones por venir. Como todas las leyes, ésta tiene sus pros y sus contras. Pero, ¿por qué ha de enfatizarse entre vivas y aplausos sólo lo malo?

Ahora viene la despenalización del adulterio, bajo el criterio de que es una cuestión moral que no debe ser vigilada por la Ley. Hasta la semana pasada, el delito de adulterio se pagaba con dos años de cárcel y suspensión de derechos civiles por seis años, además de ser causal de divorcio. Y quienes se han divorciado saben lo costoso que pueden resultar este tipo de asuntos. De ahí que se puede suponer, sin temor a equivocarse, que la motivación de esta medida legislativa se haya en las cuestiones monetarias. Y nuevamente, habrá adúlteros y adúlteras que desde hoy respiren tranquilos, y se acuerden de su gratitud el día de las elecciones al Congreso.

Pero, ¿cómo puede esto amenazar a la sociedad mexicana? Pues porque estas labores legislativas lo único que van haciendo es relajar la moral y favorecer la desintegración familiar, pese a las advertencias de los jerarcas de la Iglesia católica y de otros intelectuales ajenos a cualquier credo. Y es que hasta la generación anterior, en México se enseñaba en las escuelas que la familia era el núcleo de la sociedad. Pero como después se retiró injustificadamente la materia de Civismo en los planes de estudio, ahora esos temas ya no se enseñan en el sistema escolarizado, y por lo tanto se ha olvidado que la fuerza de una nación está en sus familias.

Para muestra un botón. Estados Unidos hace mucho tiempo que se convirtió en un coloso con pies de barro, porque la mayoría de sus familias son disfuncionales prácticamente desde su origen, y la degradación moral de su sociedad es evidente hasta para ellos… claro está, cuando se detienen a mirar con atención su propia sociedad con espíritu crítico.

Para la sociedad mexicana apenas queda tiempo para hacer algo. Una encuesta realizada entre padres de familia nóveles (con hijos menores de tres años) demuestra que los progenitores están justo en el filo de la navaja, respecto a la educación adecuada de sus hijos. Es decir, están a punto de convertirse en padres «permisivos», cuando deben ser guías y pastores de sus vástagos. Pues hay que dejar en claro que un papá o mamá no son amigos de sus hijos. Son sus padres. Enseñarle a un niño que tiene derechos está muy bien. ¿Pero cuándo se le van a explicar sus obligaciones? O juzgue usted, si ya tiene más de 40 años. ¿En nuestros tiempos se podía uno dirigir a los padres o profesores en los términos en que hoy se dirigen niños de 10 años? Ni pensarlo.

Las consecuencias ya están a la vista. De repente se hace un escándalo mediático porque fue detenido un pistolero de sólo 14 años. Pero la evidencia de relajación moral se torna más lúgubre conforme se profundiza más en el estudio de la sociedad mexicana. El año pasado se realizó una encuesta en la Ciudad de México (donde el aborto es un derecho de la mujer amparado por la Ley) que arrojó un resultado escalofriante: Había niñas menores de 18 años que ya habían abortado más de cinco veces.

Los padres de familia de hoy tienen frente a sus ojos, en la persona de sus hijos, la salvación o condenación de su sociedad, de su nación. Tienen que empezar a hacer algo, pues la historia les juzgará por lo que empiecen o dejen de hacer a partir de ahora. Desde luego, con la plena conciencia de que de sus legisladores no recibirán la más mínima ayuda. Porque en honor de la verdad, hace muchas décadas que los congresistas dejaron de ver por el bien de aquellos que los eligieron y los convirtieron en modernos Midas. ¿O me equivoco?

Quod scripsi, scripsi.

Acerca de josecarrillo139

Sólo un tinterillo que desea trascender a través de su obra, y mover los corazones a través de sus escritos. También promover la cultura en todas sus manifestaciones.
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