Cual hoja al viento.

(Brindis en el cumpleaños de doña Carlota Reyes, celebrado en Cuautitlán, México, el 4 de marzo del año del Señor 2012).

Hay una canción del maestro José López Alavez, escrita en un arranque de nostalgia allá por 1915, que seguro aquí nadie conoce, que habla de alguien (podría ser cualquiera de los presentes), que hallándose lejos de su terruño, lejos de la llamada “Tierra del sol”, se siente “tan solo y triste cual hoja al viento”.

Luego de recibir una medalla al mérito, por décadas de trabajo en el ISSSTE.

Pues hoy quiero referirme a una hojita al viento, que apareció en tierra mixteca hace más de 7 décadas, y que voló en alas del destino por acá y por allá, aprovechando siempre cuanta oportunidad se le ofrecía para aprender a ser una buena hoja, una simiente fértil para cuando le tocara el turno de tomar tierra y empezar a crecer.

Hubo otras dos hojas que la acompañaron en el principio de su largo viaje, que luego se separaron y al fin volvieron a unirse en jardines cercanos, una frágil, delicada y tierna como aquella de quien hablo, y la otra robusta y aventurera. Pero las tres imbuidas del espíritu mixteco que les dio vida.

Volviendo a nuestra historia, llegó el día en que esa tierna hoja tocó tierra fértil y volcó las semillas que llevaba en su seno. Con el paso de los años aquella hojita se convirtió en un árbol joven, bello y delicado, pero no débil. Sobrevivió a catastróficos incendios que estuvieron a punto de tronchar su tronco y acabar con su follaje. Pero el espíritu mixteco alentaba en su interior, la fuerza de sus antepasados latía constante y firme, y la mantuvo en pie.

De pronto, un buen día le brotó un retoño robusto y varonil y luego dos más, delicados y gráciles como ella. Al pasar el tiempo, que nunca se detiene, que todo perdona pero a nadie olvida, bajo su sombra protectora, sus propios retoños fueron teniendo a sus vástagos, hasta que un buen día aquella hojita tan sola al viento se vio rodeada de jóvenes árboles y graciosos brotes, llenos de fuerza y grandeza, que le rodeaban y protegían, y sostenían su fatigado tronco con los suyos propios, formando un jardín… ¿pero qué digo jardín? Formando un pedazo de edén, siempre verde y alentando esperanza.

A esa que fue una pequeña hojita, hoy se acerca mucha gente en busca de su sombra de sabiduría, caridad y fortaleza, y siempre encuentra en ella el alivio a su dolor, la comprensión a sus problemas, la compañía en los ratos difíciles, que sólo puede dar un árbol grande, de frondosa apariencia e innegable belleza.

Por eso creo que todos aquí damos gracias a Dios, por haber tenido la oportunidad de cobijarnos bajo su sombra generosa y protectora, y de empaparnos en el espíritu imbatible, poderoso, valiente y leal de esa tierra del sol… de ese pueblo mixteco.

Doña Carlota, feliz cumpleaños. Que Dios nos conceda muchos años más en su amada compañía.

Doña Carlota con sus hermanos Juan y Carolina; y sus nietos Paola, David, Juan, Joaquín, Alejandro, Mauricio, Alejandra, Carlos y Rodrigo.

Acerca de josecarrillo139

Sólo un tinterillo que desea trascender a través de su obra, y mover los corazones a través de sus escritos. También promover la cultura en todas sus manifestaciones.
Esta entrada fue publicada en Familia, Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario